jueves, 8 de octubre de 2009

Pureza

A veces me gustaría volver a ese estado de pureza infantil en el que las ideas surgían de manera natural, y no porque me fuesen impuestas de alguna manera. A esa blancura desprovista de cualquier tipo de prejuicios culturales y malas costumbres. Me gustaría regresar a ese constante e inocente cuestionamiento de la vida. Al curioso “¿Por qué?”, no a la exaltación de la autoridad paternal y tampoco a las respuestas mal fundadas de mis maestros y familiares (mucho menos a los “Porque sí”). Desearía dejar atrás a ese mecanismo ideológico en el que prosperan las banderas y las etiquetas, que si bien parten de sentimientos puros y naturales, a veces se desvirtúan y acaban en cosas totalmente antinaturales. No tengo nada en contra de aquellos ideales que me mueven la vida, pero de vez en cuando me siento saturada por aquellas pasiones, y pienso “¡Dios, cuándo era niña todo era mucho más simple!”.

PS: Por eso adoro a los niños y a los animales. Aún no fueron arruinados por la cultura. Al menos no del todo.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Hola Melisa:

    Cierto lo que dices.
    A mí también me gustaría verlo todo a través de la inocencia de un niño.

    Lo intento.

    Pero la realidad, frecuentemente, me da un bofetón y me hace crecer de repente, y maldigo, me desespero y me cabreo por la pasividad de los que me rodean ante tanta injusticia...

    Aún así, me vuelvo a sumergir en la niñez cuando compruebo que, a pesar de todo, hay gente que lucha y planta cara a tanto despropósito.

    David se va creciendo ante Goliat.

    Felicidades por el blog.

    Angi

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  3. Ten buena conciencia y tendrás siempre alegría. Si alguna alegría hay en el mundo la tiene seguramente el hombre de corazón puro

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